Empezar, continuar y terminar

Empezar es fácil.
Continuar requiere disciplina.
Terminar es raro —y valioso.

Los emprendedores están rodeados de ideas: nuevos proyectos, posibilidades, grandes intuiciones. Pero esta es la verdad: una idea no vale nada sin ejecución. Y la ejecución incompleta no da resultados.

El mundo no recompensa a quienes empiezan. El mundo recompensa a quienes terminan.

Los proyectos sin terminar son trampas.
Drenan tu energía.
Ocupen espacio mental.
Crean la ilusión de progreso —pero no generan valor.

Un pitch ensayado pero nunca presentado.
Un producto casi listo pero nunca lanzado.
Un plan de acción escrito… y olvidado.

Quizás ya exista un nombre para esto. Si no, propongo uno: “El Costo de la Incompletitud”.
El Costo de la Incompletitud no aparece en tus hojas de cálculo, pero lo sientes: en la falta de enfoque, en la acumulación de pendientes, en las oportunidades que se te escapan entre los dedos.

El ciclo de quienes ganan es simple:

  • Empezar con enfoque —no con prisa.
  • Continuar sin motivación —con constancia.
  • Terminar sin perfección —con valentía.

Terminar es lo que separa a los amateurs de los profesionales. A los que hablan de los que hacen.

Quienes terminan aprenden más, fallan antes, mejoran más rápido —y crecen más fuertes.

Ahora sé honesto: ¿Cuántos proyectos has empezado… y cuántos has terminado de verdad?
Elige uno. Cualquiera.
Y termínalo.

Eso es todo.

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