¿Tu vida es un partido amistoso donde no necesitas marcar goles?

Hay dos tipos de partidos de fútbol: el amistoso al final del día, relajado, donde nadie anota y todos están satisfechos solo “tocando el balón”. Y luego está el partido que vale por el campeonato, donde cada pase tiene intención y cada minuto importa. La pregunta que inquieta a las mentes inconformes es: ¿cuándo dejamos que nuestras carreras (o peor, nuestras propias vidas) se convirtieran en partidos amistosos sin goles?

Cuando el marcador está en cero y nadie lleva la cuenta, el ritmo inevitablemente se ralentiza. La defensa se relaja, correr se convierte en trotar y el portero revisa su celular. Esta es la imagen de muchas rutinas profesionales: tareas mecánicas, metas recicladas, esa zona de confort placentera que poco a poco adormece toda ambición. Sin un objetivo claro, la repetición se disfraza de experiencia, pero el rendimiento real se estanca.

Aquí tienes algunas señales de que has entrado en “modo amistoso”:

  • No recuerdas tu último gol disruptivo. Has alcanzado metas pequeñas, pero nada que haya sacudido la red.
  • El feedback se volvió un cumplido automático. Todos dicen que vas “muy bien”, pero nadie describe un crecimiento tangible.
  • Tu agenda no te genera mariposas. Los proyectos comienzan y terminan sin tensión positiva ni sensación de campeonato.
  • Cada error es “aceptable”. No hay análisis post-partido, mucho menos estadísticas sobre aciertos y fallos.

¿Cómo podemos reactivar el espíritu de competencia saludable?

  • Enciende el marcador y define metas medibles: aumento de ingresos, cursos completados, proyectos entregados a tiempo. Sin números, no hay juego.
  • Crea eliminatorias internas: divide las metas anuales en “fases” trimestrales. Cada fase te clasifica para la siguiente.
  • Invita a críticos, no a fans: mentores y colegas dispuestos a señalar fallas actúan como árbitros, evitando que el juego se vuelva aburrido.
  • Celebra los goles y revisa las derrotas: las retrospectivas no son burocracia, son el resumen que genera aprendizaje y ajusta la estrategia para la próxima ronda.

¿Qué ganas al volver al campeonato?

  • Velocidad de aprendizaje: la presión legítima acelera la iteración.
  • Compromiso con propósito: un equipo que sabe cuánto vale el trofeo corre hasta el último minuto.
  • Reputación externa: el mercado reconoce a quienes generan impacto medible, no a quienes acumulan participaciones simbólicas.

Al final, la complacencia es una elección intencional o una omisión silenciosa. Si tu trayectoria se parece a una “pateada de domingo” donde a nadie le importa marcar, pregúntate: ¿cuándo apagué el marcador… y por qué? Reconocer ese punto de quiebre es el primer paso para volver a encender el marcador, colocarte la cinta de capitán y jugar no solo para participar, sino para ganar. Porque tocar el balón es divertido por una tarde; construir un legado requiere goles, estadísticas y trofeos visibles.

Eso es todo.

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